La permacultura puede ser descrita de muchas maneras y desde puntos de vista de lo más variado, pero desde la óptica más objetiva y racional podemos decir que consiste en aplicar todos los datos disponibles mediante la metodología general del diseño para el desarrollo y gestión de ecosistemas productivos, la creación de espacios habitables y la provisión de servicios ecosistémicos. Hay muchos rasgos propios que distinguen a la permacultura de otras técnicas de producción primaria, de arquitectura o de gestión medioambiental, y para mucha gente estas diferencias son cuestiones de principios, pero en realidad todas ellas tienen un significado eminentemente práctico. Así por ejemplo dar prioridad a los recursos biológicos sobre otros, se puede atribuir a una motivación ética o estética, pero tampoco conviene dejar de lado que los recursos biológicos son autónomos y automáticos. Suelen realizar e incluso decidir por sí mismos las tareas de mantenimiento que necesitan, y abandonada a su suerte, cualquier comunidad vegetal o de fauna, operará internamente regulándose mediante procesos complejos, hasta configurarse de la forma que le sea más ventajosa. Por lo general esta vendrá a coincidir con lo que más productivo y rentable nos resulte…
La organización del espacio es fundamental en permacultura. Se suele dar una posición central a las zonas donde residimos, desde las que observamos el paisaje, decidimos intervenciones específicas y nos desplazamos para llevar estas a cabo. De forma bastante espontánea, pero que casi siempre conviene sistematizar, esto nos da ya una medida bastante ajustada de cómo organizar estas intervenciones al ubicar los diferentes componentes de los ecosistemas permaculturales: aquellos que requieran más atención y dedicación deberán estar más cerca del área habitual de residencia, a menos que algún factor lateral aconseje lo contrario… Un ejemplo: conviene tener los gallineros cerca de casa, de la cocina en concreto, para reducir el radio de los desplazamientos destinados a recolectar huevos, a capturar pollos o a aportar a las aves de corral los restos de cocina y mesa, pero hay personas que prefieren trabajar de noche operando por vía telemática o realizando tareas intelectuales que requieran calma y silencio, y les vendría muy mal un concierto de gallos cada madrugada en el entorno inmediato del lugar donde suelan dormir… Esta y otras muchas cuestiones han sido tomadas en cuenta al ir elaborando estrategias mediante la aplicación del diseño, y forman parte de la tradición internacional acumulada por los movimientos permaculturales, de modo que hay disponibles diferentes estándares, y estos pueden ser tomados como referencias para adaptarlos a las situaciones más variadas. Unos son de carácter más particular y específico, mientras que otros son más generales. Entre estos últimos está la típica distribución en zonas y sectores.

LA VIVIENDA Y SU ENTORNO
Las zonas de permacultura responden en principio a criterios de dedicación y frecuencia de visitas pero, al ir concretándose en la práctica, diversos componentes ha ido adjudicándose a cada una de ellas, de modo que existe un estándar general de configuración cuya utilidad genera pocas dudas… En casi todos los manuales de permacultura se habla de “zona 0” y “zona 1” para hacer referencia respectivamente a la vivienda y a su entorno más inmediato, pero los vínculos funcionales entre los componentes de estas dos zonas son tan intensos que con frecuencia convendrá plantearse ambas como una unidad difícilmente divisible: en realidad la afirmación de que “la permacultura empieza desde la puerta de casa hacia afuera”, que se escucha a veces, refleja soluciones de compromiso bastante absurdas y carece de fundamento teórico. El entorno inmediato de la vivienda es el lugar idóneo para colocar sistemas de reciclado de productos que se generen en el espacio doméstico, siempre que no haya factores añadidos que lo desaconsejen, y gran parte de estos reciclados pueden emplearse para sostener sistemas que ayuden en la climatización pasiva y otras labores de apoyo para la propia vivienda y sus habitantes…

ECOSISTEMAS SOBRE MARCO MODIFICADO
Las otras zonas pueden definirse por el grado de intensidad de intervención. La zona 2 contiene ecosistemas productivos cuyo marco ambiental ha sido mejorado artificialmente mediante recursos activos o pasivos, pero que modifican de manera sustancial las condiciones naturales. En climas secos y semiáridos el riego suele ser la más importante de estas modificaciones, en climas fríos pero lluviosos puede ser la construcción de invernaderos, de aguazales para almacenaje de calor o de trampas solares abiertas. En todos los casos el resultado ha de ser una situación más favorable para el desarrollo de la vegetación y de la actividad biológica en general, que resultará más húmeda y/o menos fría, y prolongará en la medida de lo posible el período anual de producción útil. Ya no hablamos aquí de aprovechar los flujos de agua y energía que genera espontáneamente la vivienda, propios de la zona 1, sino de otros que son provistos de forma específica a partir de recursos autónomos que puedan destinarse a estas finalidades en condiciones ventajosas. Como casi todo en permacultura, las comunidades biológicas de zona 2 son diseñadas a partir de modelos naturales, pero incluyen sobre todo plantas de cultivo y animales domésticos, que sustituyen a sus equivalentes silvestres, a fin de que se puedan obtener producciones específicas y un mayor rendimiento…

COMUNIDADES BIOLÓGICAS DISEÑADAS
La vegetación de la zona 3 se desarrolla sobre el marco ambiental natural del lugar en el que se encuentra, lo que equivale a decir que no se requieren intervenciones específicas para modificación de condiciones. La inversión necesaria para llevar esto a cabo podría no ser viable o haberse descartado para concentrarlas en el área destinada a zona 2, y así conseguir unas condiciones aún más favorables en esta última. Pero las comunidades vegetales de zona 3 no tienen porqué atenerse a los patrones naturales. Estos pueden ser adoptados tal cual en caso de que sean especialmente adecuados y ventajosos, pero por lo general convendrá modificarlos de diversas formas. Así, las proporciones relativas entre especies pueden ser alteradas para favorecer a las de más interés, sin despreciar las funciones de las menos interesantes que a veces pueden resultar tan necesarias como desconocidas. También es posible sustituir especies naturales escasamente productivas por equivalentes domésticas que lo sean más… Por lo general un proyecto de permacultura se inicia sobre una finca en la que de entrada suele haber terreno labrado. La instalación de componentes de zona 2 y de zona 3 puede considerarse como una labor de reconstrucción del ecosistema, sobre todo en el segundo caso, pero esta intervención nos da a la vez la posibilidad de configurar la cubierta vegetal y la fauna de la forma que más convenga a los objetivos del proyecto… Con frecuencia también convendrá reservar zonas, en general de extensión reducida, para observar lo que suceda en ellas de manera espontánea, al rodar la sucesión regenerativa por medios propios. Estas demarcaciones convienen sobre todo a proyectos que tengan la investigación entre sus tareas prioritarias. Para que cumplan de la mejor manera con este propósito deberían ser catalogadas como zona 5 y manejadas según los criterios correspondientes.

ESPACIOS NATURALES
La zona 4 es el ecosistema natural en buen estado de conservación, que por su extensión y características pueda ser aprovechado mediante gestión extractiva. Son muchos los productos que puede proporcionar un ecosistema natural sin que este se degrade ni pierda productividad, pero en todos los casos los ritmos de extracción deben ajustarse a los de producción, de modo que para elaborar un plan de gestión puede ser necesario un estudio previo que describa y cuantifique los procesos productivos más importantes del ecosistema. Además, los datos proporcionados por estas investigaciones pueden ser aplicados al diseño de ecosistemas culturales que hayan de seguir patrones similares de funcionamiento. El carácter mutuamente excluyente de muchas actividades extractivas debe ser tenido en cuenta a la hora de planificarlas. Así por ejemplo el pastoreo con ganado doméstico merma los recursos de que dispondrán los herbívoros silvestres y ambos se verán perjudicados si se recolecta por completo o en gran parte la producción anual de frutos forestales. Del mismo modo la siega de flores aromáticas y medicinales suele interferir la producción de miel. En realidad se trata de opciones divergentes de gestión que pueden decidirse en función de factores de mercado… El historial de degradación de los ecosistemas en zonas pobladas, sobre todo de la Región Mediterránea es largo e intenso y difícilmente vamos a encontrar lugares en los que los ecosistemas estén en estado óptimo. En muchos casos será conveniente intervenir para completar las sucesiones y acercarlos cuanto resulte posible a su estado clímax. Por lo general vamos a echar en falta los elementos forestales más avanzados, entre los que se cuentan los frutales que pueden mantenerse por sí mimos en correspondencia con las condiciones ambientales locales: olivo, carrasca, coscoja, algarrobo, madroño, pino piñonero… Y para no cometer errores graves es necesario manejar tablas fiables de encaje o, mejor aún, elaborarlas directamente cruzando datos de campo y otros procedentes de publicaciones especializadas. Con frecuencia habrá que proteger los plantones de forma eficaz y rotunda, ya que los conejos y otros herbívoros silvestres suelen agredir de preferencia a las plantas cuya presencia no hayan memorizado previamente… También es posible incluir cereales u otros cultivos anuales en el ecosistema natural, aprovechando coyunturas anormalmente húmedas en las que estas plantas tengan asegurado el crecimiento y la fructificación. Los métodos de plantación deben ser respetuosos con el suelo y con la vegetación perenne que ya esté ocupando el lugar, por lo que la labranza y similares debe excluirse, y lo más adecuado es sembrar manualmente pinchando el terreno, a voleo directo si se es capaz de elegir con total acierto los momentos o incluyendo las semillas en pequeñas bolas de barro que les den una protección temporal.
RESERVAS BIOLÓGICAS
Además de las parcelas de muestra para seguimiento de sucesiones espontáneas existen otras muchas modalidades de zona 5 que conviene incluir en los proyectos permaculturales: con frecuencia dispondremos de lugares especiales donde se conserven especies raras, comunidades vegetales muy desarrolladas, especialmente próximas a la situación clímax, o lugares donde residan especies animales amenazadas o cuyas actividades resulten necesarias para mantener el equilibrio ecológico, dispersar semillas o asegurar otras funciones importantes en amplias extensiones de territorio. Podría bastar con señalizar como reservas estos lugares para reducir o excluir por completo el tránsito de personal pero también puede ser necesario protegerlos mediante barreras efectivas… En zona 5 queda excluidas las actividades extractivas excepto la obtención de semillas para reproducir especies de interés: en permacultura de las reservas biológicas solo se obtiene información ecosistémica y genética.

SECTOR DE ALIMENTACIÓN
Los sectores tienen su vértice o extremo más estrecho en zona 1 o lindando directamente con esta, y atraviesan las zonas 2 y 3 hasta entrar en contacto con el ecosistema natural o con los límites de la propiedad. La estructura de cada sector responde a una o varias funciones preferentes, que entre otras puede ser producción de alimentos vegetales, pastos y ganadería, obtención de leña y madera e intercepción de vientos fríos, áreas habitables exteriores, ocultación respecto a zonas de tránsito externo y control de incendios, entre otras. La elección de funciones se hace según las características de cada uno de los lugares y de los requerimientos del proyecto, y obliga a tomar en cuenta una serie de factores, a modificar ciertos otros y a incluir en el lugar adecuado aquellos componentes cuya función resulte consecuente con el propósito de cada sector…
En permacultura, la producción más o menos intensiva de alimentos vegetales puede desglosarse en tres tareas que atañen directamente al diseño: regar, o en su caso asumir las condiciones naturales de humedad, configurar comunidades biológicas de partida y, a la vez, programar sucesiones. Regar no es solo añadir agua a un terreno, ya que al hacerlo modificamos sus condiciones ambientales y creamos un nuevo marco que selectivamente favorecerá a uno u otro tipo de plantas. Existe la posibilidad de que el marco resultante sea siempre húmedo, sin períodos significativos de escasez de humedad, mientras que en climas mediterráneos secos o semiáridos podemos optar por reforzar el otoño y la primavera, con lo que simularemos un clima de cuatro estaciones favorable al matorral. También podríamos suprimir la sequía invernal para obtener el equivalente de un clima de dos estaciones, idóneo para las herbáceas perennes, o concentrar todo el riego en el verano, lo que nos llevaría a una situación parecida a la que se da en climas tropicales y subtropicales con máximo estival de precipitaciones y dos estaciones claramente diferenciadas… En todos los casos conviene mantener una misma estrategia de riego año tras año, porque esto le va a dar estabilidad al ecosistema y va a asegurar la continuidad del proceso de sucesión. El diseño de la comunidad vegetal debe ser consecuente con el marco ambiental que resulte del riego. En un marco de cuatro estaciones la prioridad es para las flores aromáticas y medicinales de las matas desecables, y para la miel que estas aportan. Caben además cultivos herbáceos de ciclo muy rápido, que puedan completar desarrollo en otoño o primavera, y también aquellos otros que asuman la pausa invernal sin perder productividad. Algunos cultivos específicos de alto interés se asocian perfectamente con los matorrales, entre los más destacables están las turmas, o trufas del desierto, el azafrán y la umbelífera espinosa Eryngium campestre… Una situación biestacional con invierno húmedo conviene a los herbazales perennes y apenas daría encaje para las matas desacables más grandes y competitivas, como el romero, algunas genisteas y las lavandas de mayor porte. Por lo tanto es lugar idóneo tanto para cultivos herbáceos comestibles como para pastos y, de hecho, las estrategias que combinan cíclicamente ambos aprovechamientos resultan muy ventajosas. Por lo que respecta a la producción inicial conviene empezar una sucesión que parta de las anuales y de las perennes de ciclo más corto para llegar a las de mayor persistencia e interés. En las primeras etapas el protagonismo corresponde a los cereales y legumbres, sembradas siempre mediante métodos que no violenten el suelo, y a la verdura más nitrófila: rábanos, coles, lechugas… A medio plazo pueden instalarse de forma definitiva, o casi, los ajos, puerros y cebollas, las zanahorias y el perejil entre otras especies. Estas suelen ser capaces de reproducirse por sus propios medios si se las deja producir semillas en cantidad suficiente y así solo ocasionalmente llega a ser necesario volver a sembrarlas. Finalmente la sucesión de plantas pequeñas puede llevar a una etapa de gran estabilidad y muy productiva en la que dominen las acelgas, las cerrajas y cerrajones, los amarantos, y también las tápenas, que en tiempo húmedo almacenan el agua con la que trabajan en verano, y en el estrato leñoso más bajo algunas de las tres esparragueras autóctonas propias del semiárido… Cargar el riego en el verano es necesario para producir maíz, girasol y verdura de ciclo estival, que suelen proceder de climas más cálidos. La sucesión puede iniciarse con una interesante comunidad heredada de las culturas precolombinas, donde se asocian el maíz, las judías y las calabaza o similares, y tras estas conviene ir a una etapa de tomates, pimientos, berenjenas y plantas parecidas, que en clima termomediterráneo pueden funcionar como herbáceas perennes. Donde sea posible y se haya decidido establecer un protocolo de riego que mantenga el terreno en estado de humedad permanente, cabe combinar las producciones de estas dos últimas estrategias, al quedar anuladas las sequías tanto del verano como de invierno… En los cuatro casos el desarrollo de arbolado da continuidad a la sucesión, incrementando tanto la productividad como la estabilidad del ecosistema. Las plantaciones pueden hacerse de forma masiva y continua, de forma que la vegetación resultante sea un bosque frutal cerrado, o también organizar el arbolado en masas diferenciadas, círculos y líneas, para que queden huecos donde seguir cultivando aquellas plantas herbáceas y leñosas bajas que necesiten mucha iluminación. Para ambientes de cuatro estaciones y en general también para los de invierno húmedo, conviene el arbolado frutal de hoja perenne típicamente mediterráneo, al que en algunos casos se podría añadir el frutal norteafricano Argania que pierde la hoja en verano. Para los huertos de riego estival existe un amplio elenco de frutales clásicos de hoja caduca con muy diferentes requerimientos de humedad, y para encajes siempre húmedos la cubierta arbórea podría contar también con nísperos, cítricos diversos y otros árboles de hoja perenne sin mucha capacidad de letargo.
SECTOR DE PASTOS
Ya estén en correspondencia con las condiciones naturales o sean producto de intervenciones de riego, los herbazales perennes más estables y desarrollados son los protagonistas principales de los sectores dedicados a ganadería y/o a favorecer y aprovechar de la fauna silvestre. La zona 3 de estos es para los pastizales espontáneos y la zona 2 para los asistidos. Con frecuencia convendrá asociar cíclicamente estos últimos con huertos temporales para consumo humano directo… Los herbazales mediterráneos de semiárido y seco pasan por etapas nitrófilas, con Cynodon, Piptatherum y equivalentes, para estabilizarse como comunidades sabanoides dominadas por Hyparrhenia, Dactylis y/o Brachypodium retusum, donde las nitrófilas pierden protagonismo pero siguen presentes. Durante la estación húmeda los herbívoros pueden alimentarse sin problemas en estos prados, que suelen tener una sorprendente capacidad de carga, y su rendimiento es mejorado cuando se organiza la presión de herbívoros en parcelas pequeñas, y por períodos cortos y muy intensos, seguidos de otros más largos de descanso para asegurar la recuperación… Las dificultades llegan a la hora de mantener los reproductores durante la estación desfavorable, que en termomediterráneo puede prolongarse más de cinco meses. Un recurso muy interesante es la vegetación leñosa: hay varias matas desecables, de la familia de las leguminosas casi todas ellas, y muchos arbustos siempre verdes con capacidad de letargo, que pueden ser consumidos habitualmente por los rumiantes y otros herbívoros. Añadir una cierta proporción de unas y otros a los pastizales prolonga el ciclo productivo de estos, aunque tampoco hace milagros. Conviene también añadir árboles y arbustos mediterráneos cuyos frutos puedan ser aprovechados por el ganado o la fauna cuando abundan, a principios de otoño, con lo que repondrán fuerzas para empezar un nuevo ciclo productivo en las mejores condiciones. Con todo ello, también en este caso estaríamos facilitando procesos de sucesión desde comunidades de vegetación baja hacia otras de más marcado carácter forestal… Pero esto podría no bastar en proyectos donde la ganadería tuviera una función destacada: al menos durante los primeros años podría ser necesario habilitar zonas muy vegetadas, para los peores meses de la estación desfavorable: un diseño permacultural elegante debe hacer cuanto sea posible para evitar la desorbitada inversión de trabajo y energía que supone recolectar y almacenar forrajes… La zona 2 del sector dedicado a pastos suele resultar idónea para ubicar la mayor parte de los refugios y residencias destinados a animales domésticos y entre estas puede haber pastizales de extensión media como refugio estival. En estos lugares, masas muy densas de arbustos forrajeros, en las que Atriplex halimus casi siempre ha de tener un papel importante, son facilitadas, protegidas y mantenidas en reserva durante toda la estación favorable, para ser explotadas a fondo por los animales cuando en el resto del territorio la vegetación permanezca inactiva. El período de recuperación puede ser aprovechado para insertar verdura y otro cultivos de temporada, y en general convendría suministrar riego tanto para las especies dedicadas a consumo humano directo como para las forrajeras.


SECTOR DE ENERGÍA
Se puede iniciar una sucesión sobre terreno degradado plantando árboles directamente a fin de acortar etapas. Los pinos están adaptados a sustratos empobrecidos, y crecen a velocidad razonable incluso en lugares sin apenas materia orgánica y con pocos nutrientes disponibles. Pero en suelos agrícolas con mejores condiciones resulta más ventajoso utilizar ciertos árboles importados que no tienen equivalente en la flora europea. Entre los más populares está Acacia cyanophylla y alguna otra especie similar. Se trata de plantas siempre verdes que pueden entrar en letargo y tienen una moderada capacidad de desecación. Son nitrófilas que crecen con gran rapidez sobre sustratos ricos pero poco estables, y añaden grandes cantidades de materia orgánica a los suelos, haciendo posible la plantación del arbolado típicamente mediterráneo, con óptimos resultados, tres o cuatro años después. Como producto propio aportan cantidades importantes de leña, y piezas medianas de madera ligera para trabajos toscos… La leña resulta muy manejable, se puede almacenar cómodamente y existen interesantes diseños para ingenios domésticos que permiten utilizarla con diferentes propósitos y máxima eficiencia. Otros productos energéticos basados en biomasa, como el gas que puede obtenerse a partir de la paja y la hojarasca, requieren instalaciones más sofisticadas y producen residuos cuyo manejo, dependiendo de la cantidad, podría complicarse. En la actualidad el sector primario es consumidor neto de energía: además de electricidad y combustibles, demanda una amplia gama de productos industriales, cuya fabricación requiere un importante consumo de combustible fósil. Pero con un desarrollo de la vegetación y los suelos orgánicos que se ajuste a los estándares permaculturales, pasa a ser productor y, en el futuro, podría abastecer de energía a otros sectores productivos y al espacio urbano… Una vez superada la fase de árboles de crecimiento rápido estos pueden ser sustituidos, al menos en parte, por otros de crecimiento más lento, madera más dura y leña con más poder calorífico, la mayoría de los cuales también son frutales.

SECTORES DE FUNCIONES MÚLTIPLES
En proyectos de permacultura, a la vegetación forestal cerrada se le puede dar la forma de bosques extensos, núcleos, pérgolas o setos, entre otros estándares. Además de sus productos específicos, estos aportan servicios ecosistémicos directos, que contribuyan a hacer más habitable el espacio: dan sombra, cortan y desvían vientos fríos u otros que resulten molestos por cualquier razón, y también se les puede utilizar para reducir en mayor o menor medida la visibilidad y para silenciar ruidos procedentes del exterior… Los sistemas de cortafuegos se ubican según el riesgo previsible para cada uno de los sectores, y pueden reunir gran número de componentes distintos: masas de vegetación crasa, con pitas, chumberas y especies del género Aloe, charcas, piscinas y otras masas de agua, caminos y lugares empedrados o de suelo compacto, que permanezcan desprovistos de vegetación. En la mayoría de los casos cada uno de ellos tendrán también sus propias funciones, específicas e independientes… Una planificación adecuada puede hacer que la vegetación forestal, los componentes que sean combinados para prevención de incendios y algunos otros, articulen sus funciones para crear espacios exteriores de alta calidad paisajística y ambiental, donde habitantes y usuarios puedan pasar largos períodos de tiempo en reposo, ocupados por actividades recreativas, o dedicados a las más variadas tareas.
